Sé de un lugar...

Me atrevería a asegurar que últimamente estoy sufriendo un proceso de petrificación, entendido éste como aquel que tiene lugar cuando un cuerpo orgánico tiene la suerte o la desgracia de convertirse en piedra o en algún material duro. El origen de la petrificación puede ser diverso, es decir, puede ser debido a causas biologicas o incluso a orígenes sobrenaturales y mitológicos. Dentro de este último grupo se encuentran las víctimas de Medusa, una de las gorgonas que convertía a los hombres en piedra o las de los basiliscos que, según la mitología eran criaturas que tenían y/o tienen el poder de matar o petrificar con tal solo una mirada. Y descartando, si no es mucho descartar, que la furia de ninguna Medusa haya puesto sus ojos en mí, no me queda otra opción que achacarle la responsabilidad a la oposición, aunque a veces piense que le atribuimos demasiadas culpas. Sospecho que una plaza no es el antídoto para todos nuestros males ni un aprobado una vacuna contra cualquier enfermedad. Aún así prefiero por ahora convertir a la oposición en la diana de todas mis iras.
Y hablo de petrificación porque desde hace un tiempo siento que nada me afecta demasiado, ni para bien ni para mal. Una especie de autismo vital que me hace parecer ausente, impasible, pasota o no sé muy bien como calificarlo. Parece que nada me interesa lo suficiente y que lo que me entra por un oido me sale tan alegremente por el otro. Preferiría hablar de una postura estóica ante la adversidad pero supongo que tiene mas que ver con la falta de ganas y de ilusión. No sé si habéis tenido alguna vez la sensación de vivir algo que está pasado de rosca, que no da más de sí. Pues eso me pasá a veces con la oposición. Este freno en la vida ya está durando más de lo que un día me prometí soportar. A veces se me pasa por la cabeza hacer las maletas y largarme de aquí a otro país y no volver en mucho tiempo a no ser q sea en forma de video y entrevistado por españoles por el mundo. “Ultimamente planeo una huida para rehacer mi vida, probablemente a Marte, seguro que allí no hay nadie empeñado en aconsejarme” . Así dice la canción.
Sin embargo sé un lugar que momentaneamente me rescata del desastre. No tiene nombre, ni dueño, ni espacio, ni distancias. Un lugar donde se puede dominar el clima y volar sin miedo a caer porque te regalan unas alas nada más entrar. Donde está prohido cantar temas y se abolieron hace tiempo las leyes, los artículos y los preparadores.Un sitio donde huir cuando la realidad se queda pequeña. Un territorio en las antípodas de la oposición donde siempre es fin de semana y el tiempo te concede una tregua. Un rincón olvidado por los mapas. O quizás no, pero por ahora no lo he encontrado en ningún planisferio. Me atrevería a decir que está a caballo entre Hobbiton y el pais de nunca jamás. Si dicen que éste se encuentra volando hacia la segunda estrella a la derecha y luego todo recto hasta el amanecer, el lugar del que hablo no debe andar muy lejos. .Es secreto y solo puedes pasar si conoces la contraseña. Allí se cambia de aires, de gente y de ocupación con tan solo desearlo. Y tienes el poder de elegir el final de cada historia. Para llegar a él nada de andenes 9 y ¾ ni armarios cono fondos imposibles. Sólo hay que poner la mente en blanco, respirar hondo y chasquear los dedos.
Y es allí donde, de un tiempo a esta parte, me suelo retirar con relativa frecuencia cuando intento sonreir y solo me sale un suspiro, cuando estudiar me resulta peor que andar con unos zapatos dos tallas más pequeños, cuando estoy perdido y me doy cuenta de que a veces soy un idiota por estar siempre preocupado en lo ensencial que a veces dejo pasar, cuando solo tengo ganas de coger el petate y mudarme de planeta o cuando descubro que no siempre 2 por 2 son 4. Es allí donde huyo al poner el piloto automático si me hablan de cosas que no me interesan, si me aburren las conversaciones de mis amigos, si siento que cada vez tengo menos cosas en común con ellos, si me canso de está vida monótona y sin demasiados sobresaltos que me obliga a mantener la oposición o si me hablan del destino y cambio de conversación.
Sé de un lugar...